
Por Catalina Achilli
Lic. en Administración Hotelera
Mg. en Estudios Internacionales
Sabemos con claridad que todo este sufrimiento prolongado y cruel se podría haber prevenido con más y mejores planes de manejo de los bosques, considerando la cantidad de personas que entran por año al área de ANPRALE (ÁREA NATURAL PROTEGIDA RÍO AZUL – LAGO ESCONDIDO), donde hace unos días se inicio el foco de los incendios en El Bolsón.
Hay miles de versiones: que si fueron intencionales (los montones de ramas pareciera que así lo indican), que si hay intereses inmobiliarios y de gentrificación (aunque podríamos especular que la tierra va a perder valor después de todo este desastre), que hay quienes quieren romper con el orden social…
La verdad es que en estos momentos de emergencia lo que interesa en territorio es cumplir con los requerimientos logísticos para salvar lo que se pueda. Lo cual, por supuesto, no inhabilita que tanto la justicia como los organismos del Estado tengan que actuar rápido, investigando como corresponde a los posibles imputados de la ejecución de estos delitos y enviando todos los recursos necesarios que se necesiten -si bien lo está haciendo, en estos casos (tarde) NUNCA ES SUFICIENTE-. Pero el señalamiento al azar de culpables, por el solo hecho de sacarse la culpa, no nos sirve; no lo queremos más.
Lo que me pregunto es ¿Por qué nos acordamos de la Patagonia solo cuando está en llamas? Y qué pasó con el desfinanciamiento a los organismos públicos que debieran encargarse de la prevención? Y la precarización de los contratos laborales de los expertos que trabajan en ellos? ¿Y la eliminación de los fondos que financiaban la ley de bosques para su ejecución y cumplimiento?
¿Se acuerdan del amedrentamiento de nuestro presidente cuando hablaba sobre la derogación de la ley de Manejo del Fuego?, la cual “prohíbe que se realicen modificaciones en el uso de superficies afectadas por incendios forestales intencionales o accidentes por 60 años en el caso de bosques nativos o implantados, áreas naturales protegidas y humedales”. Es decir, aplica a este caso en concreto.
¿Se empieza a observar que el discurso del “sálvese quien pueda” no salva a nadie? Por estas cosas la preocupación respecto a los argumentos falsos que utiliza el presidente a la hora de amontonar a su tropa. Estas circunstancias nos enseñan a los golpes que de a uno no nos salvamos, que somos comunidad y tenemos capacidad de reacción cuando estamos en peligro.
Pero lo que también nos deberían enseñar es que necesitamos más y mejores políticas públicas, integrales y a largo plazo que tengan como objetivo el cuidado de estos bosques y zonas montañosas incluyendo la gente y los animales que viven en ellas. Que los costos son muchos más grandes en la reacción que en la proacción. Que TODOS LOS AÑOS TENEMOS INCENDIOS y no contamos con planes de manejo estratégicos que incluyan el impacto del turismo y el abordaje preventivo de personas que no teniendo idea de cómo manejarse en la montaña entran ilimitadamente en esta zona, muchas de ellas (no todas) haciendo fuego en cualquier lado, tirando colillas o no tomando las precauciones que corresponde en estos casos de baja humedad, calor y fuertes vientos (la regla de las 3 30).
Junto con mi familia veraneamos allí todos los años, somos unos vecinos más que están sufriendo en carne propia esta catástrofe. Por eso, quiero llamar a los responsables de estas políticas públicas -a nivel nacional, provincial y local- a identificar estas situaciones extremas como la que estamos viviendo hoy (teniendo en cuenta que no son solo los incendios los que nos acechan ya que si ampliamos la mirada en estos últimos años hemos estado sufriendo otros fenómenos vinculados al cambio climático tales como inundaciones o sequías – como un eje de gestión prioritario y a largo plazo en estas comunidades; incluyendo todas las complejidades que estos territorios tienen – sabemos que bien si las hay, y muchas-. Abordando el tema de manera seria y planificada, y considerando de manera amplia todos estos posibles escenarios que se nos presenten en este contexto de riesgo vinculado al cambio climático.
Es su ESTRICTA RESPONSABILIDAD como funcionarios públicos, mirar un poco más allá de la coyuntura del día a día. Si bien el rol de la ciudadanía también va ser fundamental en este tipo de estrategias y planes – ya que son los afectados directos de la inexistencia de estos mecanismos fortalecidos y bien engranados en funcionamiento-.
Sin más, y en este momento, sigo pidiendo que llueva al mismo tiempo que me voy a enviar una encomienda con una motobomba y zapatos de seguridad para la gente que le sigue poniendo el cuerpo allá. Porque podemos debatir mucho por redes y posicionar nuestras opiniones pero los verdaderos héroes y heroínas son quienes hace 10 días están sin dormir poniéndole el cuerpo a un fuego que parecería no tenernos piedad. De ahí, la importancia de que las políticas se diseñen y co creen en territorio.
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